Cada vez que no puedo ser,
cada vez que no puedo estar,
cada vez que me tuve que ir,
cada vez que tuve que volver.
Dejé de ser lo que era,
perdí ese ser real
que tenía dentro de mí,
no veo,
no siento lo que es,
lo que hay aquí muy dentro de mí.
Nunca viví para mí,
nunca sentí para mí,
nunca crecí
y nunca reí.
No resolví los problemas
internos en mi ser,
aparecieron como una tormenta
y destrozaron la profundidad
de todo lo que había en mí.
Un corazón de fuego
que se apaga con el tiempo,
un corazón de fuego
que deja de arder,
que deja de latir poco a poco
y empieza a morir.
Nadie supo devolverle la vida,
nadie logró hacerlo latir de nuevo,
solo lo vieron morir lentamente,
desde lo más profundo e interno
de su sentmiento.
Un corazón de fuego que tenía todo,
dispuesto a entregarlo,
dispuesto a vivirlo,
y nadie entendió
y simplemente murió.
Las llamas en mi ser
que dejan de existir,
un corazón muerto
que dejó de latir.
Mariano Avilés Cisneros 16/06/2010
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