Nadie como tu,
que tomo la mano que se deshacía con el viento,
que junto de nuevo las piezas que faltaban
y formó el paisaje irreal,
pero tan fantástico,
y que no existía,
que buscó entre los árboles del inmenso bosque,
hasta encontrar lo que hacía falta en aquel escondido lugar.
Nadie como tu,
que recorrió las largas laderas hasta subir al arco iris
y encontrar el precioso tesoro al otro lado,
donde se pensó que existía un final,
y había un comienzo,
un comienzo que hizo fluir los sueños,
y volver a correr por los rayos del sol,
y conseguir llegar al infinito.
Alguien que se deshace y hace con el viento,
alguien que vuelve a respirar sobre las hojas de entre las ramas,
alguien que ahora flota en la burbuja que lo llevará de vuelta,
por haber tomado la mano perfecta para huir.
Mariano Avilés Cisneros 23/09/2010
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